«Hay una teoría que dice dado que el universo y el tiempo son infinitos, todo acaba ocurriendo, eso significa que todo acontecimiento es inevitable»
Así empieza una de las películas que más me llegaron cuando era pequeño. No es una peli comercial, ni muy conocida, pero ese día por la noche, con unos veinte años, significó mucho para mí: la peli es Interestatal 60.
Si la tuviese que recordar como un cuento sería algo así:
Hay caminos que no existen en los mapas… hasta que alguien los recorre por primera vez.
Él tenía talento.
Veía el mundo con otros ojos.
Pero su padre quería que estudiara Derecho. Algo “serio”, algo “seguro”.
Así que aceptó. Como muchos. Como tú. Como yo.
Hasta que, en su cumpleaños, pidió un deseo:
“Quiero encontrar respuestas.”
Y entonces apareció alguien.
Alguien extraño.
Y le ofreció un viaje por una carretera que no salía en ningún mapa:
Interestatal 60.
No había GPS.
No había garantías.
Solo preguntas.
Ciudades absurdas.
Gente atrapada en decisiones que tomaron hace años y nunca se atrevieron a revisar.
Y señales…
que solo tenían sentido si él se atrevía a interpretarlas por sí mismo.
No era un viaje hacia un lugar.
Era un viaje hacia sí mismo.
Y me hizo pensar:
¿Cuántas veces hemos seguido un camino porque era el que tocaba?
Porque alguien lo había recorrido antes.
Porque parecía más seguro.
Porque nos daba miedo perdernos…
sin darnos cuenta de que ya estábamos un poco perdidos.
A veces la vida no te da un mapa.
Te da una brújula.
Y el coraje de seguir caminando, aunque no sepas exactamente a dónde vas.
Si estás en ese punto, si sientes que lo que haces no te llena, que hay algo dentro de ti que quiere más, diferente, auténtico…
No estás solo.
Hay muchos como tú construyendo caminos invisibles.
Y cada paso que das, aunque parezca pequeño, abre una ruta que antes no existía.
Atrévete. Coge tu interestatal y vive.
Yo también estoy en ese viaje mi querido lector/a. Disfruta de tus aventuras;)
