Lo que parecía un fallo… era el alma de la obra

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Muchas veces he intentado tapar mis propios fallos… hasta descubrir que son ellos los que más conectan con la gente.

¿Y si nuestras grietas fueran, en realidad, la parte más valiosa de nuestra historia?

Mira este relato:

El pintor y la tela rota

El joven pintor observaba el lienzo con desesperación.
Había preparado todo con cuidado: la luz, los pinceles, los colores… y justo en la esquina descubrió una pequeña rotura en la tela.
Para él era un desastre. Se dejó caer en la silla, con la mirada perdida.
—¿De qué sirve pintar sobre algo que ya está arruinado? —susurró.

Un anciano que solía pasar por su taller lo escuchó y se acercó con calma.
¿Y si no está arruinado? —preguntó con voz serena—. ¿Y si esa grieta es solo una invitación a mirar distinto?

El pintor dudó, pero algo en esas palabras lo detuvo.
Tomó el pincel y, en lugar de esconder la rotura, decidió transformarla. La convirtió en la grieta de una montaña, y desde allí pintó un rayo de luz abriéndose paso.

Días después, en la exposición, la gente se detenía justo frente a ese cuadro. Nadie hablaba de la imperfección: todos señalaban el resplandor que nacía desde dentro.
Algunos incluso murmuraban:
—Es como si la luz hubiera estado esperando esa grieta para salir.

Y entonces el pintor lo entendió:
Lo que él veía como un fallo, era lo que daba alma a su obra.


Porque al final, todos tenemos grietas.
Lo importante no es esconderlas, sino aprender a dejar que la luz salga a través de ellas.

Te invito a mirar tu propia vida con otros ojos:
¿Qué parte de ti intentas ocultar… y que, tal vez, sea lo que más puede inspirar a los demás?

Atrévete a compartirlo, a usarlo, a brillar con ello. ✨

 

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